por Mariano Grondona"Ahora que Cristina no tiene los días contados, no le encuentro sentido a mi vida"
Desde que le prohibieran subir al palco en el acto que el campo realizara en Palermo porque "ya con Llambias y esa Virgen que lleva a todos lados mezclando dinero, elusión, ventas en negro, evasión fiscal y ganancias por cientos de miles de dólares con catolicismo, tenemos religión de sobra", la estrella de la dirigente desocupada Elisa Carrió viene cayendo sin prisa pero sin pausa. Viene desdibujándose su figura política, esa figura imposible de olvidar, con su mirada soberbia, con su estilo de conducción autoritario y verticalista, encerrada en su propia mesa chica, compuesta por ella sola, con sus principios ultracatólicos emparentados al nazismo y con su enriquecimiento sin trabajar. "No se que pasó. Me falló la numerología". Es que su verba apocalíptica está en baja desde que los reiterados anuncios del Apocapilipsis de los Kirchner y de la presidenta Cristina Fernandez no solo no se cumplieron sino que fueron dando paso a nuevos anuncios apocalípticos que, reemplazando a estas declaraciones apocalípticas, también fallaron en su análisis de los Apocalipsis que se venían y que nunca fueron. Así la domina y dueña de la CC (Coalición Cívica, partido aparentemente democrático) no logra asentarse tras haber vaticinado una caída presidencial que no fue, única plataforma ideológica de la fuerza que comanda. "Para mi era número puesto". Tampoco ayudaron las declaraciones que realizara cuando se supo que la Resolución 125 no había sido aprobada gracias al voto no positivo, para el gobierno, se entiende, porque para las entidades rurales fue un voto ultrapositivo, de Julio Cobos. "Hacía 10 años que esperaba éste día" declaró Elisa Carrió. Puestos a sacar cuentas, nadie terminó de entender qué 10 años llevaba esperando. Los Kirchner gobiernan hace 5. Las retenciones de las que se quejaba defendiendo a la Sociedad Rural, comenzaron hace 6; en 1998 Menem llevaba haciendo mierda al país 8 años... "Es que estoy medicada". Lilita busca un nuevo rumbo. Tal vez el Hare Krishna sea la salida. Tal vez el budismo. O tal vez insistir en la suya: nuevas declaraciones apocalípticas, extremas y terminantes, como por ejemplo "La presidenta es una madama de Auschwitz" o "Con ex funcionarios de la KGB como Anibal Fernandez, nadie está seguro en la Argentina". Morir en la suya, Lilita, es lo que le pide la militancia del CC, ese partido mayoritario de la Argentina que no la llevó a usted a la presidencia porque quien hoy detenta el poder, llegó allí mediante el fraude y la manipulación de las urnas. Lilita, muérase en la suya, y cuanto antes lo haga, mejor.
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