Ante diversas consultas recibidas (habrán sido 3, un montonazo) voy a aclarar algo sobre el “muro” que està construyendo Repùblica Dominicana en la frontera con Haiti.
Hasta la información que he leído, no se trata de un muro, al estilo del israelí, ni siquiera al estilo estadounidense. Es una alambrada con base de cemento, doble en las partes màs difíciles de controlar, simple en las partes màs alejadas.
Esa línea fronteriza entre ambos países es un dibujo. En el terreno, no hay nada que separe a ambos países (excepto en algunas zonas). Es fácil criticar la construcción de un supuesto muro desde el progresismo correcto de Pàgina 12, sin saber còmo son las cosas por aquí, y desde un país como Argentina, que no necesita construir muros ya que tiene fronteras naturales muy marcadas, además de tener una de buena a excelente relación con todos los países vecinos.
Haiti hoy es un no-estado. Puerto Prìncipe y otras ciudades importantes del país, están manejadas por bandas armadas. Asì también las rutas. El reciente secuestro de misioneros estadounidenses y canadienses, son muestra que a estas bandas no les importa nada màs que su negocio. La principal importadora de artículos de todo tipo de Haiti (que maneja cerca del 93% de estas importaciones) tienen que pagar entre 500 mil y 1 millòn de dólares mensuales a una de las bandas que controlan la capital haitiana.
El país no tiene fuerzas armadas. Fueron disueltas después de la última intervención de la ONU encabezada por Estados Unidos. Esta brillante idea estadounidense provocò que la última forma de controlar un poco el país por parte del estado, desapareciera; y que a su vez, liberados por las suyas, estos ex militares formaran sus propias bandas, esas que ahora controlan el territorio haitiano.
Por supuesto, nadie en la comunidad internacional se hace cargo. Haiti no tiene nada para ofrecerles. Si tuviera gas o petróleo, otra seria la historia, por supuesto.
Se calcula que en Dominicana viven entre 500 mil y 1 millòn de haitianos sin papeles de ningún tipo. Trabajan siempre en ocupaciones informales, principalmente en la construcción, en mantenimiento de piletas, en jardinerìa y en emprendimientos informales. Nadie quiere echarlos ni mucho menos y el componente racista que tiene el muro de Trump, aquí no es ni tan notorio ni està tan a la vista, porque aquí no tenemos a los WASP ni nada parecido. Una inmensa mayoría tiene sangre haitiana de forma directa, o en algún ancestro no muy lejano: abuelos, bisabuelos, etc. Ademàs, teniendo en cuenta que Haiti ocupò este país durante 22 años, es màs que probable que esa mayoría sea aùn màs grande de lo que estoy describiendo.
Por otro lado, en la zona de frontera, el intercambio comercial es enorme, y ambos lados de la frontera (sobre todo al norte, en el mercado binacional de Dajabon y en Monte Cristi) es constante. Algo como lo que pasa entre Salta y el sur de Bolivia.
Asì pues, el “muro” parece apuntar màs a regularizar la situación en la frontera, tener pasos y aduanas habilitadas de manera oficial y tratar de que no se trafique ni contrabandee tanto como se hace hasta ahora. Ademàs de prevenir lo que pueda suceder en un país cuyo presidente fue asesinado el año pasado, que no tiene fuerzas armadas, que aùn no se recupera del terremoto de 2010, y mucho menos del terremoto de hace un par de años, y que ha sido abandonado por la comunidad internacional hace tiempo; Estados Unidos, aplicando su librito de recetas, solo hizo descalabros, como hace siempre que trata de imponerse en lugares que no conoce ni entiende (sino, pregúntenle a los 2.500.000 de iraquíes que cuando estaban vivos, al menos podían quejarse de Saddam, y que ahora desde su tumba, ni eso pueden hacer).
Le piden a Dominicana, único país que limita con Haiti, que no construya un “muro”; pero arréglense con lo que tienen, que nosotros no vamos a ayudarlos en nada. Asì està fácil. Tan fácil como decirle a los ucranianos que vayan, que al ratito capaz que vamos y les damos una mano…
Como dijera Sergio Maldonado, “si no saben, pasen música”
