La sinceridad bardachiana con las declaraciones que la nadadora cordobesa diera después de su última brazada en Beijing 2008 (“Al fin terminó éste suplicio”) sentó un pésimo ejemplo entre nuestros deportistas olímpicos que preocupa a las autoridades nacionales. “Menos mal que terminó ese partido de mierda. Contra los lituanos jugamos como el orto” declaró la estrella de la NBA Emanuel Ginobili. “Esta primera ronda es una mierda, y no pensamos ponernos ni media pila, si estos partidos los ganamos caminando contra estos muertos impresentables. Queremos pasar a los partidos importantes ya” dijo el astro del Barcelona, Leonel Messi. “Es preocupante esta actitud que están teniendo nuestros deportistas que viajaron a las Olimpíadas mayoritariamente para hacer turismo. Porque de rascar una medalla, ni lo sueñen” afirmó un encumbrado dirigente que aparentemente nada tiene que hacer en Beijing, excepto pasear y coger con putas chinas, todo a costa del erario nacional. “¡Ahora me la chupan bien chupada!” habría exclamado Paula Pareto, la yudoca que sorpresivamente consiguiera una presea de bronce. “¿Así que no se la esperaban putos?. ¡Ahí tienen, lamanlá giles!”. La generalmente correcta Magdalena Aiceaga se salió de sus casillas después del segundo empate que sufriera el seleccionado femenino de hockey tras ir ganando en las dos oportunidades por 2 a 0. “Estas conchudas que no corren, la puta que las parió. ¿Qué tienen, un consolador enterrado en el culo?. ¡Muevan esas tetas!” reclamó enfática a sus compañeras de equipo durante la conferencia de prensa. En tanto Meolans no pudo contenerse “Al menos me garché un par de chinitas”, “¡Cuánto viaje al pedo!” y “Estoy harto, vine a perder tiempo, mejor me hubiera quedado en la cama haciendo zapping”. El mal ejemplo de Georgina hace escuela velozmente entre sus colegas de la villa olímpica y como sabemos siempre es el mal ejemplo el que cunde más rápido.
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