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jueves, 27 de octubre de 2011

LOS NECIOS

Hace un año y un día, el perro de uno de mis vecinos mató a Lupe, la gata que me habían dejado unos amigos que se volvieron a vivir a Capital Federal un par de meses antes. Una cagada total, por toda la situación (no la mató, la dejó mal herida y tuve que sacrificarla yo mismo), y porque sobre todo ella y Pänza habían empezado a llevarse de maravillas. Fue el martes 26 de octubre.



Mi ánimo al día siguiente no era el mejor cuando me llegó un mensaje de una amiga que al principio no entendí. Tardé unos segundos en reaccionar y prender la tele, algo que no hago jamás durante las mañanas y que cada vez trato de hacer menos. Ahí entendí qué era lo que estaba sucediendo.



Esa misma noche festejamos el cumpleaños de la pareja de un amigo. Si mal no recuerdo, ese mismo día escribì "Los soretes", un texto donde proponía que los soretes iban a esperar, como máximo, 72 hs. Me equivoqué. Esa misma madrugada nuestro crédito local, el diario Río Negro, demostraba sin asco que rebajarse en el barro de la mierda pura no le molestaba en lo más mínimo, y que tampoco le producía escozor demostrar palmariamente lo que significa ser un satélite sumiso del grupo clarín (en minúsculas). Luego, desembozadamente, los soretes se lanzaron en La Nación y Clarín a hacer futurología, una rama a la que actualmente se dedica no sólo una gran parte del arco político opositor, sino también gran parte del periodismo: vaticinar futuros inciertos y apocalípticos es su metier, con el que creen (creían) que lograrían algo. El domingo las urnas les demostraron que no, que ser un apocalíptico (más no un integrado) no garpa. Claro que para los necios, eso no significa nada. Sino, hay que leer lo que escribió Beatriz Sarlo hace un par de días. A Tomás Abraham no lo nombro para leerlo. No le da el piné.



En años anteriores y hasta hace no muchos meses, cuando escribía mis reflexiones sobre lo que estaba pasando en el país, me ocupaba de mandar mis escrituras por mail a todos, incluyendo a los necios, que, por algó será, son de altísima concentración en Capital Federal y ciertas partes del conurbano bonaerense. Allí, se amontonan. Uno escupe y riega a 15 necios. Pero decirle algo a los necios es inútil. El necio se niega de plano a ver lo que sea. Una vez que se hundió en su necedad, cualquier explicación a lo que sea es imposible y el esfuerzo, inútil. No hay forma de que un necio se detenga un segundo, se salga de sí mismo, y reflexione. Justamente si algo le falta al necio, es la reflexión. Carece por completo de este mecanismo. No lo conoce. Grita, se enoja, repite frases hechas y, probablemente, no logre elaborar un pensamiento propio ni aunque uno le ofrezca los 6 números del próximo Quini 6 ganador. El necio cree que "argumentar" es pelear gritando y que el insulto está permitido como arma de argumentación. También creen que la burla sirve para...¿para qué?. El necio, cuando discute (nunca arguye) insulta, no intenta convencer. Humilla (intenta hacerlo), se ríe socarronamente ("pero si vos sos un boludo") o te dice "crispado" mientras promete que a "todos los k le vamos a meter una browning 12 mm en el orto". Al necio no hay con qué darle. Pero uno, que no es Alien ni piensa con su lógica, le cuesta dejar de intentarlo porque, al final, todos somos humanos y piensa, uno, que en algún resquicio de esa cabeza cerrada hay una vocecita diciendo "al menos escuchemos a ver qué dicen. Después seguimos a muerte en la nuestra". Pero no.



Y un día uno los borra de sus listas de correo, de sus muros de Facebook, y hasta de su celular. Porque el necio, además, cree que uno es el necio que no ve que ella, esa yegua, esa que sólo llegó a presidente para comprarse carteras, esa que tiene una hija mogólica y un gordo feo de hijo, esa que es soberbia, que esa es un lobo vestido de abuelita para comerse a todas las Caperucitas Rojas que son unas boludas que no se dan cuenta de nada, que son Caperucitas ciegas pero sobre todo necias, porque todos ellos le están avisando que esa no es la abuelita, que eso es un lobo disfrazado. ¡Necios!. Y así llevan 8 años avisándonos y contándonos el Apocalipsis una y otra vez. Y el Apocalipsis no llega. ¿Llegará algún?. Quién sabe, pero uno no puede dejar de vivir para tener miedo y no hacer nada porque un día todo se va a terminar. Si el Servicio Meteorológico anuncia lluvia 3 meses seguidos y nunca cae una gota de agua, uno no va a andar saliendo con paraguas los 90 días. Y el día que llueve, bueno, se verá. Pero los necios no pueden...o no podían. Van a seguir intentando, obvio, pero ahora ya no tienen ni siquiera en su mar de necedades, eso que ellos creen que son argumentos. Los "trolls" están desaparecidos. Se vanagloriaban antes de las PASO, pero después, silencio absoluto. Y son así también los necios: nunca van a reconocer que, tal vez, no tuvieron razón, sino que por el contrario, ellos siguen teniendo razón, todos los demás vienen de contramano.



El año pasado, este mismo día, un amigo de Capital Federal me llamó para poder charlar con alguien sobre lo que sentía, para intercambiar algún pensamiento sobre lo que podría pasar. Estaba rodeado. Le llegaban mensajes de festejo y burlas. Eran mensajes de los necios, esos a los que quieren alinear aquellos que no sacaron ningún voto: Beatriz Sarlo, Tomás Abraham, Mariano Grondona, el Feinmann malo, esos necios que nunca sacaron un voto pero que encima, tienen micrófono, cámara y se llaman a sí mismos "intelectuales", cosa que un intelectual jamás haría.



Disculpen si usé la fecha para explayarme sobre estas personas a las que ni con un rotomartillo uno les puede hacer un agujerito en su pensamiento monolítico para que les entre aunque más no sea una gotita de tolerancia. Porque hoy es 27 de octubre, y los que no somos necios sabemos qué es lo que eso significa.



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