"Si, nosotros también marchamos, marchamos contra la insensibilidad de la clase media argentina (los porteños) que quiere dejarnos, llevando adelante su lucha egoísta y egocéntrica contra la inseguridad y con una clara campaña en nuestra contra, sin trabajo". Quien habla de esta manera es Alberto Di Salva, vendedor de armas. Su colega, Juan Carlos Tiros asiente y agrega "la clase media siempre mirando su ombligo. Nunca piensa en los demás. Solo en ellos. Total, si nosotros quedamos sin trabajo porque no podemos venderles bala a los chorros y a los asesinos, nos jodemos, ¿no es cierto?". La Cámara Argentina de Vendedores de Balas, Cartuchos y Afines y la Coalición Armas de Fuego por la Vida emitieron un duro comunicado contra "esos que no piensan que hay un montón de gente que debe su trabajo y sus fortunas personales a la industria del crimen, esa industria del crimen que tan mal vista está porque toca ciertos intereses: los intereses de seguir vivos de la clase media". Los carteles salpican esta marcha de "vendefierros autoconvocados": "Una bala, un plato de sopa", "Dos balas, dos platos de sopa", "Tres balas, tres platos de sopa" y así. "Nosotros también somos seres humanos" y "Si no se las vendemos nosotros, se la compran a alguien más, así que no jodan". La polémica llegó para quedarse. Firmes en su posición, los vendedores de armas aseguran que "de acá no nos mueve nadie, ni aunque nos corran a balazos".
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