Según un estudio de las universidades británicas de Halford y Downing, pintar durante la primavera de blanco y con cal la parte inferior de los árboles para detener el avance de las hormigas "sería totalmente al pedo y para lo único que serviría sería para que la filita de hormigas, que igualmente van a terminar morfándose hasta la última puta hoja del árbol pintado, contraste más con el fondo blanco que con el color marrón de la corteza, dándoles un aura de simpatía de la que estos insectos habitualmente carecen, excepto cuando las vemos en los documentales de la National Geographic". Para los catedráticos de estas dos importantes casas de estudio "para estos bichos la cal es como la merca: cuando la huelen se ponen de las antenas y en vez de laburar las 20 horas diarias que laburan, no paran más hasta dejar al árbol hecho una piltrafa, vacío de hojas y semimoribundo, porque de tan duras que están por aspirar la pintura, son capaces de morfarse hasta el tronco confundiéndolo con las hojas". Finalmente, estos hombres de ciencia aconsejan "lo que aconsejamos siempre: déjense de pelotudear. En vez de gastarse la guita en pintura de cal y perder el tiempo en una actividad absolutamente inútil como también es la de poner botellas con agua en los árboles para que los perros no meen ni caguen ahí donde tiran envases pet desperdiciando algo tan preciado como el agua y afeando aúnmás el espantoso paisaje urbano, gástense unos billetes en una buena cantidad de forros y usen ese rato que usan en pintar los árboles en ponerla un poco más con la patrona, a ver si se relajan y se dejan de hacer boludeces".
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