Hoy escribe: Pato Fontanet
La inauguración de los Juegos Olímpicos me dejó encendidísimo. ¡Qué emocionante fue ver esos fuegos artificiales surcando los aires como buscando un techo donde detenerse!. ¡Esas miles de bengalas encendidas!. ¡Ese estadio repleto de gente que se salvó, porque por suerte no éramos nosotros quienes organizábamos este evento!. Cuando se prendió el pebetero, ver el fuego de la antorcha olímpica me arrancó lágrimas de mis ojos, cual si hubiera respirado humo durante alguno de nuestros recitales. ¡Semejante llamarada gigante y que los bomberos ni aparecieran!. Fue algo indescriptible, como si los chinos nos enseñaran el arte de caminar sobre brasas ardientes y soportar ese calor sin respirar para no intoxicarnos. La única crítica: la música. Deberían haber usado “You can lite my fire” de The Doors o “The house is burnin”. Pero igualmente, felicito a los chinos, que incendiaron nuestras pupilas con imágenes incandescentes que nos dejarán un recuerdo grabado a fuego en nuestras memorias. ¡Una hermosura!. ¡Beijing 2008, yo te saludo y enciendo una vela, un velón, todo un candelabro en tu nombre!
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