Vos, de Eros, cero. Más bien todo de Tánatos. Fuiste de esos que se dedicaron a prohibir, a decir que no, a poner obstáculos.

En Irak, no habrías estado en la insurrección contra Saddam. Habrías sido uno de sus capitanes.

En Estados Unidos, habrías sido amigo de Cheney, no uno de los que cantaba a voz en cuello “Impeach the president”

Y acá habrías… bueno, no habrías, porque lo hiciste. A los pocos meses de llegar adonde llegaste gracias a quien llegaste ahí, le diste un tiro por la espalda y creíste que con eso te alcanzaba para algo. Tánatos del más puro. Y muchos creyeron que con ese gesto no positivo te convertías en algo más que lo que eras y en quien te convertirás nuevamente (nunca dejaste de serlo pero ahora se va a notar más) a partir del 10: nadie. Pudiste hacer historia, pero te le opusiste y así vas a terminar, quejándote de cuestiones protocolares que poco le interesan a nadie más que a los mismos de siempre, esos que cada vez le interesan menos al 54% y a muchos más. Por eso vos te llamás Julio Cleto Cobos y nunca te llamarás Cristina Fernandez de Kirchner

LAS RATAS

Resulta que ahora "las ratas" están preocupadas porque se respete la Constitución en el momento de la próxima jura de la presidente, esas mismas "ratas" que desde sus micrófonos echaron nafta al conflicto de la 125 y quienes festejaron el voto "no positivo" del traidor Cobos, quien entrará en el libro Guinnes de los records por ser el primer vicepresidente de la historia en votar en contra de su propio gobierno. Las mismas "ratas" que nada dijeron cuando los vencedores con sangre chorreándole de la boca se lanzaron sobre las comisiones parlamentarias como hienas descontroladas, incluyendo a Proyecto Sur, que en nada se diferenció de los partidos de derecha que no se reconocen como tales. Las "ratas" que se llenan la boca hablando de institucionalidad y respeto en constante reclamo al gobierno pero que nada dicen cuando los partidos vecinalistas como la UCR o el PRO se cagan en esa institucionalidad y respeto desde spots televisivos ofensivos y gritones hasta campañas sucias o, lisa y llanamente, el espionaje a los opositores o la aniquilación a los golpes de los vagabundos.

Que ahora se agarren de un tema protocolar para tratar de levantar un poco de polvareda, da asco y pena, porque uno, en tanto ser humano, cree que siempre se puede aprender, tanto de los aciertos como de los errores, y piensa, espera, imagina, que personas leídas, que tienen un cierto grado de preparación cultural y que tienen el poder que da un micrófono o una pantalla, serían capaces de aprender a la luz de los hechos que demuestran que, sin ninguna duda, han estado alevosamente equivocados. Pero no: "las ratas" no aprenden, y eso que las ratas, las de verdad, sí que aprenden. Así que al final aprendemos que no todas las ratas son iguales, y que hay ratas y ratas y algunas mejor tenerlas bien lejos.